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12 octubre 2011

Si eres optimista, entonces estás mal del cerebro

El optimismo es un defecto del cerebro:

Ahora resulta que un grupo de neurocientíficos ingleses y alemanes, han llegado a la conclusión de que el optimismo es una falla cerebral, y el estudio advierte que esta actitud puede ser muy dañina en todo ámbito de decisiones en la vida. El origen está en los centros cerebrales que procesan los errores.

bolita optimista y feliz


Los investigadores hicieron su estudio apoyados en imágenes tomadas por resonancia magnética funcional (IRMf).

Para analizar el optimismo, examinaron la manera en que la gente subestima el impacto o posibilidad de eventos negativos a futuro simplemente porque “no puede ocurrirme a mi” y sus implicancias en cómo se protegen a ellos mismos.

La investigación realizada por investigadores del Wellcome Trust Centre de Neuroimagenología de la University College de Londres, la Universidad Libre de Berlín y la Universidad Humboldt de Berlín, presentó a los participantes un listado de 80 eventos negativos de la vida (como contraer Alzheimer, ser despedido o se engañado por la pareja). Se les pidió calificar cuán probable sería que les ocurrieran dichos aconteceres y luego se les informó las posibilidades reales de sufrirlas. Luego se les volvía a consultar sus propias probabilidades de experimentar los eventos y durante todas las pruebas se les monitoreó la actividad cerebral.

Los resultados arrojaron que la gente es mucho más proclive a cambiar sus estimaciones al saber que era menos probable que les ocurran estos males, pero -por el contrario- cuando se trata de estimaciones mucho peor a las esperadas, los participantes seguían entregando la misma valoración errada del principio. Como si tuvieran la seguridad de que se trata de algo que jamás les ocurrirá.

“Nuestras conclusiones sugieren que esta propensión humana hacia el optimismo se facilita mediante el fracaso del cerebro para codificar errores de estimación cuando ellos apuntan a actualizaciones pesimistas”, explicaron los autores en la publicación online de Nature Neuroscience.

Fuente: Fayerwayer

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